A un lado. Abarcando sólo el borde de tu cama, está sentada la mujer manzana.
Cómo absorta se acurruca a tu lado. Empieza a pelarse de apoco, de a una sola franja de piel se despoja, así como para abrirte el apetito (así como para que la muerdas y te tomes su jugo).
En un movimiento feroz se deshace en tus pies y tú sin dudar la tomas (entera es tuya). La sirves rayada y la salpicas por toda la pieza. Es parte de tu desayuno, almuerzo y puede que hasta alcance para la cena.
-Suertudo, sinvergüenza. Que te juro que me las vas a pagar, que para mi hubiese sido naturaleza muerta, que hubiese muerto merecidamente inmaculada, que se me hace imposible sacarla de mi dieta mental-
Justo después de escuchar este arrebato del narrador, (que, quizás sin querer, usted acaba de leer) ella se recompone rápidamente, se hace desde los pedazos, se viste y se va.
A veces
Hace 1 año.