Callar, ni hablar.
No, no estoy hablando de un despertar pausado.
Mire, si eso es lo que compré, hoy mismo lo devuelvo.
Si no, si es lo que digo yo, béseme.
Aquí no se trata de un edificio nuevo en la costanera. Yo escribo acerca de una reconstrucción total desde los cimientos.
De una serenata con luna llena y sopaipillas.
De una profunda y renovada convicción de creer en absolutamente todo, sin que eso me deje la boca abierta y repleta de moscas.
A ver
Lo que pasa, es que me cansé de la frontera.
Me cansé que el delito se mida en poder adquisitivo.
Sí.
Una mañana me desperté cansada de mirar el techo, de tomar pastillas, de esperar un mensaje de texto.
Una mañana necesité carne para el almuerzo, salarme de mar, desabrocharme el sostén y azúcar en mi café.
Estaba tan rico mi café, que me hizo sentido repartir azúcar en la calle (una correcta iniciativa para apalear la falta de empatía).
Se me ocurrió hablar un poco y perder el miedo al ridículo.
Tuve el deseo irrevocable de escucharle la voz a un par de gaviotas a pesar del peligro que aquello implica y en ese momento aspiré a tener la remota intensión de triunfarle a nadie más que a nadie.
Desde ese día, nadie me quita la intuición de estar viva.
De ahí que no estoy para salvarle la vida a nadie. Yo estoy para que me la salven, para cambiarte la vida, para salvarnos, para deshacerme en justicia.
Estoy aquí parodiando al que aún se quiere zurcir el pellejo a la piel con monedas.
Y leeré mucho y me reiré también.
Por lo demás ya no preocupo.
Nadie me prometió lo contrario.
Exijo lo que me ofrezca el día, lo que yo tengo para ofrecerle. Lo que los dos tenemos en las manos.
No más whisky, no mas pasta base, no más cigarro, no más marihuana, no más sacrificio, no más penitencia, no más violencia, no más abstinencia. Puro neoprén para pegar.
Un poco más de ojo, de dientes, de sangre y de paladar.
Porque todos tenemos bocas, pero cada boca es diferente
Y la boca diferente no deja de ser boca, no deja de necesitar comer.
Sí
Me desperté, me duché y te amé un poco más.
Por todo el tiempo que me esperaste.
Porque esperaste todo lo que me hacía falta para que pudiera hoy, compartir una carcajada con voz.
-SEÑORA, LE REPITO POR ÚLTIMA VEZ:
ESTE, ES UN JUZGADO DE LETRAS.
NO PODEMOS RECIBIR SU QUEJA.
MÁNDELA AL MERCURIO MEJOR.

(mp3: fito páez-al lado del camino)